Quienes somos

LA VIDA DESPUÉS DE UN INFARTO


Muy a menudo, mucho más de lo que nos gustaría, en esa vida aparece el miedo y la inseguridad. 

Tanto en la del infartado, como en la de su familia. 

Y ese miedo, desgraciadamente, se ceba con el deporte: “Sí, el deporte es bueno, pero para un corazón infartado mejor no hacer esfuerzos ¿no?”

Yo me negaba a aceptar ese mito. Me negaba a vivir en mi zona de enfermo, porque precisamente fue el deporte el que me salvó en mis dos infartos.


Sobrevivir a un infarto te da una nueva oportunidad y tú eliges cómo vivirla. 

Yo elegí escalar mis miedos, para verlos desde lo alto de la montaña, para verlos desde una nueva perspectiva que me permitía ver su pequeñez.

Elegí acompañar mi recuperación de metas y rodearme de compañeros y profesionales que me ayudasen a conseguirlos. Y esa compañía junto a la motivación por alcanzar nuevos objetivos fueron la mejor medicina para mi recuperación.


Soy Eduardo, y gracias al deporte, he sobrevivido a dos infartos.


Mis viajes siempre han girado en torno a la escalada. Encuentro una paz muy difícil de explicar cuando estoy en la montaña. 

Y, ese amor por el deporte consiguió que acabase vinculando mi vida profesional a él. 

Soy un organizador incansable de eventos deportivos, entre ellos, el ya consagrado Triatlón de Vitoria. 

Hasta ahí digamos que todo bien ¿no? suena todo muy… ¿cómo decirlo?... sano, healthy ¿verdad? 

Pero la vida no tiene entre sus adjetivos la previsibilidad.

No, por eso a los 47 años sufrí el primer infarto.

Y, tras recuperarte no esperas que vuelva a suceder.

Pero ocurrió. 5 años después.

Y lo hizo casi en las peores circunstanciasen medio de la montaña, incomunicado y lejos de mi país.  Y digo casi porque no estaba solo, estaba junto a mi mujer, Yamile, la que consiguió que hoy estés leyendo estas líneas.

Lo que pasó después lo muestro en Latidos del Majuy. 


Dicen que cuando te ocurre algo no debes preguntarte el por qué sino el para qué.

Y, mi para qué se materializó en Latidos en el Majuy.

Necesitaba mostrar a las personas que estaban en mi situación y a sus seres queridos que se pueden dejar a un lado los miedos y retomar tu antigua vida o incluso mejorarla. 

Quería transmitir que tras un infarto se puede vivir no solo desde el miedo, sino también desde la ilusión y motivación de alcanzar nuevos retos.

 ¿Las claves?

Los valores que me han guiado en mi vida y en mi recuperación: resiliencia, compañerismo, constancia, automotivación. Todos y cada uno de ellos se reflejan en los Latidos en el Majuy.

 Además tengo la suerte de poder extender mi para qué a los proyectos solidarios que promociona Latidos en el Majuy, no puedo pedir más.

No sufrimos un infarto, ganamos una nueva oportunidad


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